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Hechos Clave

  • La autora se mudó a la ciudad de Nueva York para conseguir un trabajo de ensueño como educadora sexual.
  • Creció como la mayor de tres hermanas con padres protectores y abuelos involucrados.
  • Sus mejores amigos de la universidad, Elliot e Ike, encontraron apartamentos a solo unos pasos.
  • Dos apartamentos se volvieron disponibles en su complejo, permitiendo que su hermana y sus mejores amigos se mudaran como vecinos.
  • La autora se identifica como queer y encontró apoyo de su familia cuando salió del armario en la escuela secundaria.

Resumen Rápido

Mudarse a la ciudad de Nueva York es una transición de vida importante que a menudo genera preocupaciones sobre el aislamiento. Para una mujer, el traslado fue una ambición de mucho tiempo, impulsada por una historia familiar de ambición y el deseo de seguir los pasos de sus padres. A pesar de la emoción de conseguir un trabajo de ensueño como educadora sexual, la realidad de dejar su sistema de apoyo causó una ansiedad significativa. La autora temía extrañar los detalles sensoriales específicos del hogar, incluyendo el "olor a canela de roble" y la constante compañía de sus hermanas.

Sin embargo, la transición se suavizó con la llegada casual de sus amigos de la universidad, Elliot e Ike, que encontraron apartamentos cercanos. Esto estableció una comunidad fundamental, permitiendo la continuación de rituales como las fiestas para ver documentales y los pícnic en el parque. La dinámica cambió nuevamente cuando conoció a su novia, mudándose juntas y creando una nueva vida doméstica. La transformación final ocurrió cuando dos apartamentos en su edificio se volvieron disponibles, permitiendo que su hermana y sus mejores amigos se mudaran en un lapso de tres meses. Esta convergencia creó una estructura de "familia queer", restaurando las intimidades del día a día de vivir con seres queridos y demostrando que la familia puede crecer dondequiera que se planten raíces.

Las Raíces de la Ambición y la Ansiedad

Proveniendo de una larga línea de personas ambiciosas, la autora nunca dudó que se mudaría a la ciudad de Nueva York en la primera oportunidad. Su infancia estuvo definida por una estructura familiar cercana y conectada, con dos padres protectores y abuelos involucrados. Esta base sólida significaba que su hogar y su familia eran centrales para su identidad. La decisión de mudarse no fue un rechazo a sus raíces, sino la búsqueda de un sueño que se había cultivado a través de años de viajes de cumpleaños infantiles y veranos trabajando en Brooklyn.

A pesar de la historia de apoyo de la familia, desde asistir a su primer desfile del Orgullo hasta conducir seis horas cada uno para ayudarla a mudarse a la universidad, la perspectiva de irse siguió siendo difícil. La autora señaló que, aunque sabía que contaba con el respaldo de su familia, ese apoyo no haría que la separación física fuera más fácil. Temía específicamente perder acceso a los rituales diarios que definían su vida en casa, como sacar a pasear a su perro y tener conversaciones nocturnas con sus hermanas.

La experiencia sensorial del hogar se convirtió en un punto focal de su nostalgia. Señaló que cada casa tiene un olor único, a menudo irreconocible hasta que uno se va. Mientras que los amigos habían comentado frecuentemente sobre el olor de su hogar infantil, ella descubrió que no podía describirlo hasta que se fue. Este "olor a canela de roble" se convirtió en un símbolo del confort que dejaba atrás, creando un complejo panorama emocional mientras se preparaba para su nuevo capítulo.

Estableciendo una Nueva Base Hogareña

La fase inicial del traslado implicó encontrar su lugar dentro de la comunidad y establecer nuevas rutinas. La llegada de sus mejores amigos de la universidad, Elliot e Ike, fue un momento crucial. Aunque vivían objetivamente cerca en lugar de compartir paredes como lo hacían en la universidad, la cercanía les permitió ritualizar rápidamente sus actividades compartidas. Estas incluían fiestas para ver documentales sobre el océano y pícnic en el parque, adaptando sus tradiciones universitarias a un nuevo entorno.

La vida cambió significativamente nuevamente cuando conoció a su novia. Mudarse juntas marcó un nuevo nivel de domesticidad, creando la sensación de una unidad familiar en crecimiento. La autora comenzó a notar los sonidos familiares de vivir con familia tomando forma de una nueva manera. Estos incluían el tintineo de las llaves después de un día de trabajo, el sonido de patas de gatos corriendo por el apartamento y el sonido del viento invernal golpeando las ventanas. Este período solidificó su sentimiento de haber encontrado un verdadero hogar.

A pesar de la alegría de esta nueva relación y la cercanía de los amigos, la autora mantuvo una conexión con su estructura familiar original. La distancia física, aunque manejable, significaba que las intimidades diarias específicas de vivir con padres y hermanas todavía se extrañaban. Sin embargo, se estaba sentando las bases para una mezcla única de dinámicas familiares antiguas y nuevas.

La Convergencia de la Comunidad 🏠

El desarrollo más significativo ocurrió después de que la autora se hubiera establecido en su apartamento con su novia. En un golpe de suerte, dos apartamentos en su complejo se volvieron disponibles simultáneamente. Este tiempo se alineó perfectamente con la búsqueda de un nuevo lugar de sus mejores amigos y el deseo de su hermana y su pareja de mudarse juntos. En un lapso de tres meses, la disposición de su mundo social cambió por completo.

Su hermana y sus mejores amigos se convirtieron en sus vecinos inmediatos, creando una comunidad concentrada. La autora describió esto como tener su propia "familia queer" en Nueva York. Esta cercanía eliminó la necesidad de esperar a las fiestas o las visitas al pueblo natal para disfrutar de cenas familiares o noches de juegos. En cambio, estos eventos se convirtieron en una parte regular de la vida diaria.

La restauración de las pequeñas intimidades del día a día se convirtió en el sello distintivo de este nuevo arreglo. La autora destacó cómo una compra semanal de comestibles se transformó en una actividad sororal. De manera similar, la naturaleza casual de su relación le permitió quedarse en pijama y pedir prestada una bandeja para hornear a su mejor amigo. Estas interacciones mundanas reconstruyeron la sensación de conexión sin esfuerzo que temía haber perdido.

Reflexiones sobre la Impermanencia

Mientras que la situación de vida actual es ideal, la autora permanece con los pies en la tierra en la realidad de que podría no durar para siempre. Ella ve la impermanencia de este arreglo específico como algo especial y que mantiene con los pies en la tierra. El conocimiento de que este capítulo es finito añade una capa de emotividad a sus experiencias compartidas. Ella traza un paralelismo con su propio viaje, reconociendo que así como ella se alejó de casa, sus amigos, su hermana o ella misma podrían un día embarcarse en nuevos viajes en otro lugar.

Independientemente de lo que reserve el futuro, los recuerdos creados durante este tiempo están profundamente arraigados en detalles sensoriales. Anticipa que si eventualmente se separan, siempre recordará los olores específicos de sus hogares: el olor a vainilla en el apartamento de su mejor amigo y el olor a hierbas en el estudio de su hermana.

En última instancia, el traslado a la ciudad de Nueva York le enseñó que la familia no se define únicamente por la sangre o la proximidad infantil. Es una entidad dinámica que puede ser cultivada y nutrida. Al encontrar a sus vecinos justo al lado, ella logró cerrar la brecha entre la búsqueda de la ambición individual y el mantenimiento de relaciones profundas y de apoyo.

"Sabía que nada se interpondría entre yo y mi sueño, y sin embargo la realidad se asentó en que mudarme cambiaría la apariencia de mi sentido inmediato de familia."

— Autora

"Ahora, siento que las pequeñas intimidades del día a día de vivir con familia se restauran cuando mi compra semanal de comestibles se convierte en una actividad sororal...